Amas de cría

Talavera de la Reina

Durante el siglo XIX, cuando aparecía un bebé abandonado en Talavera, se entregaba al Ama Mayor, encargada y pagada por el Ayuntamiento para su cuidado.

En las primeras veinticuatro horas no daba al niño otro alimento que algunas cucharadas de jarabe de peonía -utilizado en la época como antiepiléptico- y achicoria mezclada con ruibarbo que servía como purgante.

Enseguida se buscaba por la villa al ama de lactancia a la que iba a ser asignado. Las amas de leche talaveranas solían ser, por lo general, mujeres muy humildes que no eran contratadas para lactar recién nacidos en las casas de familias acomodadas.

Por un mísero e inseguro salario de dos reales diarios alquilaban los pechos para aliviar su maltrecha economía, en la mayoría de los casos haciendo compartir la leche a su propio hijo con el expósito.

El Ayuntamiento a través de un visitador controlaba periódicamente la evolución de la criatura y el comportamiento del ama de leche, atestiguando que el pequeño progresaba adecuadamente en su peso.

En caso de irregularidades, el visitador daba cuenta al cirujano que inspeccionaba al bebé para ver si era por enfermedad propia o bien por la mala calidad de leche del ama o negligencia, ya que a veces escatimaban la alimentación del expósito en beneficio de sus propios hijos.