La historia de Abdo Al Alali, refugiado sirio de 22 años, que abre su primer negocio en Pamplona
Con apenas 17 años entró en Melilla en los bajos de un camión y en este tiempo ha logrado traer a su familia y abrir su propio negocio

SER Gastro Navarra: la historia de Abdo Alali, refugiado sirio de 22 años, que inaugura la Cervecería Sirius en Pamplona
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Pamplona
Cuando Abdo Al Alali tenía nueve años estalló la guerra en Siria. Él, que vivía en Idlib (a 60 kilómetros de Alepo), recibió un disparo en el pie y su tío fue asesinado. Poco después, la familia de Abdo emigró a Argelia. En 2018, con 17 años y todavía en situación irregular en ese país, se marchó él solo a buscar un futuro mejor para todos. Cruzó a Marruecos, “atravesando las montañas”, y consiguió entrar en Melilla en los bajos de un camión. El pasado octubre logró traer a España a sus padres y a sus cinco hermanos pequeños y, este jueves, con apenas 22 años, inaugura la Cervecería Sirius, en Pamplona, en la que une sus dos mundos a nivel gastronómico y cultural. Va a servir shawerma —similar a un kebab, pero de elaboración casera—, sin renunciar a otros platos, como las alitas de pollo y a los pimientos de Padrón.
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El camino hasta aquí, cuenta, ha sido complicado. Cuando llegó a Melilla, fue internado en un centro de menores. “La vida era muy difícil, había mucha conflictividad”, explica. Cuando cumplió la mayoría de edad, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) le ayudó a solicitar la reagrupación familiar y luego le realojó en un piso en Navarra. Llegó poco antes del confinamiento por la pandemia y, en cuanto pudo, empezó a estudiar castellano. Regularizó su situación y buscó empleo: “He trabajado en hostelería durante el día y en un bar de copas los fines de semana. He tenido que trabajar día y noche, pero es lo que hay”. Ha empezado de cero: “Desde bajo cero porque no sabía hablar [castellano] ni sabía dónde estaba”. Intentó compaginar el trabajo con los estudios de Secundaria, pero sus prioridades se impusieron: “Yo trabajaba para pagar el alquiler y mis gastos, para ahorrar y para ayudar a mi familia”. Cuando se despidió de todos ellos en Argelia, su objetivo era traerlos a España para que sus hermanos pequeños —tienen entre 7 y 19 años— pudieran estudiar. Y sonríe al contar que sí, que lo ha logrado.
Cervecería Sirius
Al principio, van a trabajar en el negocio él y su hermano. Han diseñado una carta reducida que servirán en el local y a domicilio y en la que apuestan por el shawarma como plato estrella. “En muchos sitios de España le llaman kebab, pero el kebab viene congelado y este es casero. Nosotros compramos el pollo fresco, le echamos las especias y lo montamos”. Lo servirán en plato (con patatas, lechuga, pepino, arroz y salsa de ajo, a 8,50 euros) y en sándwich (5,90 euros), “con pan de pita que encargamos a panaderías sirias que hay en Madrid y Barcelona o con pan de bocata”. Entre su hermano y él acumulan más de siete años de experiencia en el cocinado y venta de un producto que exige una preparación laboriosa: “Se mezcla el pollo con las especias, se deja toda la noche para que las chupe y por la mañana lo montamos”. Además, servirán raciones de falafel (3,90 euros), hummus de garbanzo (3,80 euros) y tortilla siria. “Este es un plato vegetariano que consiste en un revuelto con harina, perejil, huevo, pimienta negra, pimiento rojo y cebolla verde (3,80 euros)”. También ofrecerá raciones de pimientos de Padrón (4,90 euros), alitas de pollo y patatas fritas.
Debate sobre los 'menas'
A Abdo no le gusta la utilización del término mena (menores extranjeros no acompañados). “Yo soy uno de ellos y, mira, estoy aquí, he trabajado, he pagado mis impuestos y los seguiré pagando”, manifiesta. “No tienen que juzgar porque igual esos menas que dicen, mañana empiezan a estudiar y terminarán siendo tu enfermera, tu médico. Al final les atenderán. ¿Qué le van a decir? Ay, tú, mena, no me vas a atender. Creo que no, van a pedir que les eche una mano, sea quien sea. Hay gente que merece la oportunidad”.
Él ha aprovechado la oportunidad y está a punto de cumplir uno de sus sueños, abrir su propio negocio. Tiene otro: conseguir una casa para su familia. Ahora mismo viven en un centro en Alsasua y aspira a encontrar una vivienda en la capital para cuidar de ellos porque “no hablan castellano” y para poder trabajar juntos en el bar. Y a largo plazo, sueña con tener una cadena de restaurantes: “Dicen que hay que soñar con la luna para llegar, por lo menos, a las estrellas”.
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Amaia Otazu
Graduada en Periodismo + International Media Programa en la Universidad de Navarra, cursó un máster...